Algunos pocos llegaban y miraban el portal. Primero dudaban, pero cuando su mente por fin comprendía se resignaban un momento, volvían la vista atrás, para volver acto seguido a mirar dicho portal. Una sonrisa aparecía en sus labios. Una sonrisa por una parte llena de pesar, pesar por aquello que atrás quedaba, pero a su vez una sonrisa de felicidad, felicidad por aquello que habían cumplido, felicidad de emprender un nuevo viaje, y sobre todo felicidad por saber que siempre podrían velar por los seres queridos, que siempre estarían ahí, que solo morirían realmente cada vez que estos llorasen la pérdida, pero que vivirían eternamente en la memoria de todos y cada uno de ellos, como guardianes de todas sus sombras y de todos sus miedos. Acto seguido emprendían su camino, avanzando lentamente hacia aquel misterioso túnel, adentrándose y fundiéndose con la luz, con una sonrisa, a sabiendas de que antes o después, nos reuniríamos con ellos.
Tú eres de esos pocos mi amigo. Eres de aquellos que se enfrentan con determinación y coraje a aquello a lo que tantos tememos, eres una llama de esperanza frente a la oscuridad desconocida. Ahora estás con ellos con tantos otros que tuvieron también el coraje que tu has tenido. Aguanta amigo. Algún día volveremos a vernos, no cabe duda, pero ahora no... hoy no.