domingo, 4 de marzo de 2012

Bonita corbata, capullo

Cómo definir las nuevas generaciones de jefes en la actual vida laboral... sin duda los nuevos jefes han evolucionado, han cambiado sus costumbres y hábitos. Sus habilidades se han desarrollado y ahora abarcan todo un nuevo árbol de ideas, posibilidades y herramientas. Sería imposible definirlos con una sola palabra, pero si tuviera que hacerlo, personalmente no tendría duda alguna: cabrones. Si, cabrones en toda regla, sería capaz de soltar una ingente cantidad de improperios hacia estos grandes cabroncetes del mundo laboral, pero quiero acabar antes del 2013. "¿Cómo eres tan generalista?", "Estás demonizando a todo un colectivo por unos pocos", etc. serán los más comentarios más oídos tras esta entrada, pero permítanme primero decir que aquellos que verdaderamente se comportan como personas trascienden, y de jefes pasan a ser compañeros de trabajo, personas que, como tú y como yo, trabajan lo suyo y te tratan de igual a igual. El "jefe" es un ser despreciable, que te trata como un robot a su servicio y que no te manda que le limpies el culo porque todavía estás ocupado realizando la anterior tarea encomendada y es algo que le corre prisa. Sí amigos, todos hemos tenido uno de esos, uno de los que te amenaza con el paro si no haces lo ordenado, de los que te dicen: "A mi no me hables así que no soy tu igual" pero él puede mandarte a tomar por culo con absoluta normalidad. Tu persona carece de dignidad ante ellos, y tus derechos no son más que una hoja en blanco a sus ojos.

La capacidad de echarte de tu trabajo les convierte en un enemigo a temer, ya que además los muy perros abusan de dicha capacidad con tremenda frecuencia y facilidad. Reciben enormes descargas de placer cada vez que ejercen su "derecho" y dejan a alguien en la puta calle, y también las reciben, aunque en menores cantidades, cuando te echan la bronca, te amenazan o te humillan.

Dichos entes tienden a exculparse hablando de sus tiempos como trabajadores, inventando anécdotas de trabajo duro y superación, y después, cagándose en tu puta madre. Cuando sus correspondientes jefes se cabrean con ellos estos a su vez sueltan toda su mierda sobre ti, que eres el ser sobre el que recae toda la culpa. Este es el momento en que has de darte por jodido y rezar por tu puesto de trabajo, porque has de saber una cosa, si algo falla, es culpa tuya. No importa que seas el de la limpieza y haya fallado un turborreactor a siete kilómetros, prepárate para tragar mierda.

En definitiva queridos lectores. Con todo mi cariño mando a la patronal a la mierda, y os dedico esta entrada con mi más sincero apoyo. Recemos a nuestros respectivos dioses por salvaguardar el curro. ¡Salud!

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